06 abril 2008

Hasta siempre, Judá.




Charlton Heston decía que tenía "una cara de otro siglo" y tal vez por eso directores y productores recurrían a él para interpretar superproducciones históricas en las que este hombretón encarnaba a personajes tan dispares como Marco Antonio, Moisés, el Cid o Miguel Ángel. Príncipe judío, terrateniente en las colonias, astronauta perdido en el tiempo... cualquier atuendo sentaba bien a sus rasgos severos y su porte magestuoso.

Desgraciadamente, sus opiniones politicas y su defensa de la libre utilización de armas de fuego también parecían de otro siglo, muchas de sus declaraciones, sobre todo en los últimos tiempos, constituían una patada al sentido común y la sensatez más elemental capaz de descorazonar a muchos de sus admiradores, entre los que me incluyo.

Pero eso prefiero olvidarlo, para recordarlo como a mí me gusta más: sujetando las riendas de su cuadriga árabe, mirando de reojo al romano Mesala, la sangre bullendo en las venas anticipando la venganza contra el antiguo amigo. Ben-Hur inaugura oficialmente mi Semana Santa - y sé que la de muchos más - acompañando la emoción del momento con unas torrijas, para reponer fuerzas después de tanto remar y tanto correr, para sobrellevar la emoción del milagro.

"Triunfo completo Judá. La carrera ganada. El enemigo destruido", jadeaba el ensangrentado Mesala. Se fué Charlton Heston dejándonos, y esa es la capacidad que tienen los actores, de la vida de los muchos que interpretó, lo mejor de su gloria.

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