06 junio 2007

Vaciones o no vacaciones: that is the question.

Alguna entidad superior de las que rigen el universo y el destino de los pobres mortales ha debido decidir que, para equilibrar la balanza del karma - o lo que diablos sea - y compensar la juerga y el derroche del año pasado, del que fue sin duda el mejor verano de mi vida, este lo tengo que pasar en casita aburrida y al pie del aire acondicionado.


Cuando leo los periódicos que vaticinan récords de temperaturas nunca vistos, quiero cortarme las venas. O meterme de cabeza en el congelador. O comprarme un perro gigantesco, escaparme a Friburgo y unirme allí a una panda de punkies de los que viven tirados en las calles, ajenos a los avatares de la vida burguesa... ¿que los andaluces somos exagerados? ¡Anda ya!


Para consolarme, voy a escribir una lista de posibles planes y así verle el lado positivo al verano:


- algo que siempre me ha hecho muchísima ilusión: ir al festival de teatro clásico de Mérida, asistir a alguna representación, pasearme por las ruinas romanas, vestirme de romana, comer comida romana, cotillear en los mercados de artesanía romana... ¿está claro que me chifla lo romano?


- conocer Portugal, que está muy cerquita y tiene que ser bonito, aunque me han dicho que en verano está lleno de ingleses y yo, como buena germanófila, les tengo un poco de manía...


- ir a Madrid a visitar a una amiga y su bebé, cotillear hasta que se nos caiga la lengua a trozos, y si hay posibilidad, hacer alguna excursión a un sitio cercano como El Escorial o Segovia.


En fin, cualquier cosa mejor que quedarse aquí a solas con el Derecho Administrativo. Problema: el acompañante. Todavía estoy a tiempo de escribirle a Viggo Mortensen, Hugh Jackman, Bela B. o la selección griega de Waterpolo, a ver si alguno se apunta. :-P