13 noviembre 2007

De Torrijos y Torrijas.

A nuestro cultísimo, laiquísimo, y politiquísimamente correcto teniente de alcalde, el Sr. Antonio Rodrígo Torrijos, se le ha ocurrido que, para no herir sensibilidades - es decir, para imponer la suya - este año el típico alumbrado de Navidad que adorna la ciudad no se llamará de Navidad, sino "alumbrado de solsticio de invierno".

¡Ay madre! Y a mí que todo el tema de los villancicos, los belenes, los mantecados, la misa del gallo, "¡Qué bello es vivir!" en varios canales de televisión al mismo tiempo la noche del 24, los Reyes Magos, los regalos, me recordaban a algo... y no sabía el qué ¡y era al solsticio de invierno!

Que es una cosa muy bonita, desde tiempos inmemoriales se ha celebrado por los egipcios, los griegos, los romanos, los mayas, los chinos... ¡Qué universal! ¡Qué entrañable!

Sólo que a mí los chinos me quedan un poco lejos - menos el de mi barrio, se entiende, que abre las 24 horas - jamás he visto un egipcio rascándole a la botella de Anís del Mono con una cucharilla, ni a un maya montando un belén - el de las figuritas - ni a un romano cantando "pero mira cómo beben los peces en el río".

¡Con lo fácil que es llamar a las cosas por su nombre y no gastar saliva inútilmente!

En fin, os dejo que tengo que construir mi particular maqueta a escala de un poblado de Palestina en el siglo I... aunque no estaría mal que pensara qué pedir en mi carta a los tres presuntos adoradores del Mesías de la religión judaica, todos ellos de dudosa existencia histórica...¿Qué me traerán? ¡Qué ilu!

¡Cómo me gustan estas fiestas! Las prefiero incluso al equinoccio de primavera coincidente con período procesional de tradición gótica-barroca de sensibilidad anticuadamente religiosa pero gran valor histórico-estético y atiborramiento culinario torrijil.


¡Campana sobre campaaaaaaaaaaaana...!

:-P