29 enero 2008

Pamplina, pamplinae.





Esta mañana he leído en el ABC una noticia "curiosa", por llamarla de alguna manera: recogía unas declaraciones de la Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres, en las que éstas atacan al idioma castellano, calificándolo de machista, y a la madre que lo parió, es decir, al latín.

Sobra decir que cuando me tocan el lenguaje, a mí me sale urticaria. Pero cuando se meten con el latín y con mis adorados romanos, siento un impulso súbito de cortar cabezas, fijaos qué pronto más tonto... Un impulso parecido al que siento cuando me planto delante de cualquiera de las muchas leyes que se han aprobado últimamente y tengo que leer tres veces como mínimo un párrafo como el que sigue, sacado de nuestro nuevo y flamante Estatuto, para enterarme de lo que pone:

El Presidente o Presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía es el repersentante del Poder Judicial en Andalucía. El Presidente o Presidenta de la Junta de Andalucía ordenará la publicación de dicho nombramiento en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía. El Fiscal o la Fiscal Superior de Andalucía es el Fiscal Jefe o la Fiscal Jefa del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. El Presidente o Presidenta de la Junta de Andalucía ordenará la publicación de dicho nombramiento en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía.

Groucho Marx se quedó corto con aquello de "la parte contratante de la primera parte...". No es suficiente con que los textos jurídicos se hayan vuelto un tremendo galimatías, todavía peor de lo que eran, sino que con acciones como las de las individuas arriba mencionadas quieren trasladar esta locura a todos los ámbitos de la sociedad.

Por supuesto, la culpa de todo la tienen los romanos. Según el Colectivo de Jóvenas feministas, el latín es un lastre para el lenguaje actual, ya que se creó y evolucionó en una sociedad patriarcal opresiva, en una «época en la que las mujeres éramos tratadas como esclavas y eran los hombres los que decidían y concentraban todo el poder». Por ello, hay que darle una patada, olvidar que el castellano proviene de esa lengua - ¿pueden ellas olvidar que vinienen del mono, o mejor dicho, de la mona? - quemar los libros de gramática, y emplear mucha tinta y papel - feministas sí, pero ecologistas serán poco - para acabar diciendo lo mismo.

A estas jóvenas les diría yo un par de cosillas. Lo primero, que en el colegio me enseñaron - profesoras muy poco sospechosas de ser activistas del machismo - que por razones de economía del lenguaje, el español había llegado a la solución de que el masculino plural y en determinadas circunstancias, también el singular, englobaba el femenino, para no tener que repetirse constantemente. También me enseñaron que la terminación femenina añadida a un nombre de género masculino funcionaba de aumentativo, es decir, indicaba una mayor dimensión, como la charca, que es más grande que el charco, o la saca, mayor que el saco. Pero éso no lo sacan la relucir las jóvenas, porque aquí femenino significa "mayor" y por lo tanto, es más guay.

También les diría, acerca del latín y los romanos, que son unas incultas redomadas. Parece que se olvidan - o no saben- de que en latín existían cinco declinaciones, que cada una hacía su plural como le daba la gana, que nombres, adjetivos y artículos coordinaban en caso y número con las terminaciones de su declinación, pero no con las de género, que por cierto, existían tres, porque el neutro no era una cosa residual, como en español, y que el plural tenía en muchos casos las mismas terminaciones independientemente del género.

Y en cuanto a la esclavitud de las mujeres... es cierto que no podían votar ni ocupar cargos públicos y que la situación actual en occidente no es comparable a la de pueblos que vivieron hace 2000 años... ¿o sí? Porque los romanos, que gustaban de guardar la tradición, también entendían el cabio de los tiempos, y llegaron a comprender que la tutela sobre la mujer del padre, marido o tutor tenía que convertirse en una pura formalidad. En la antigua Roma las mujeres podían administrar sus propiedades, tener sus propios negocios, divorciarse... cosas que en España, concretamente, no se han conseguido hasta el siglo XX. Y aún quedan otras por conseguir, como el acceso al sacerdocio, cuestión que, como tantas, a los civilizados católicos nos queda pendiente.

Por todo ello, de mujer a mujer, a las jóvenas estas les haría una petición: dejáos de pamplinas, que se lo ponéis en bandeja a los sectores más conservadores de la sociedad - nótese que la noticia sólo la recoge el ABC - para que hagan chistes a nuestra costa. Dejad las dudas filosófico-lingüísticas a Ana Botella - que todavía se está preguntando si una pera y una manzana hacen un matrimonio - y pringáos con cosas importantes de verdad. Me despido con este ruego, al estilo del ruego póstumo de Petronio al emperador Nerón, en Quo Vadis:

¡Salud, Augustas, y no conjugeis; asesinad, pero no hagais versos; envenenad, pero no tritureis la ortografía; incendiad, pero no toqueis la cítara!

4 comentarios:

El Mario dijo...

Applausus!

A. Ramírez dijo...

CVM VITA BREVI SIC
NOLITE TEMPVS PERDERE.

...y menos en plamplinas de esta índole.

Anónimo dijo...

Olé, que bien dicho

Anónimo dijo...

Joer, Mer, acabo de leer el noticio/la noticia en el ABC y las/los declaraciones de esas individuas me han parecido basura pura. Es más, al final llegan a proponer poco más o menos que se multe a quien, al menos oficialmente, no usen ese/esa lenguaje demencial.
Estoy completamente de acuerdo contigo, pero añadiría algo/alga más: ese tipo/esa tipa de actitudes no sirven sólo/sóla para que el/la carco/carca de turno/turna se cachondee, sino que forma parte de una dictadura/un dictaduro que pretenden (y de momento/momenta consiguen, como tú muy bien has comprobado en un documento/una documenta oficial como es el Estatuto/la Estatuta de Andalucía) imponer algunos/algunas chungo-progres (que practican el progresismo/la progresisma mal entendido) y sumir a la/el sociedad en la/el imbecilidad e ignorancia/o de la que ellos/ellas no pueden salir.
He dicho

Ana/¿Anoooo?